sábado, 18 de noviembre de 2017

EL AMOR NO TIENE GÉNERO NI FORMAS


Mario nació en una familia de clase media, su padre era pastor, la madre pastora.
Era el primer hijo, fue creciendo bajo las normas cristianas. El sueño de sus padres era que él fuera un gran reverendo y el presidente del movimiento religioso; tenían planes para él, sin Mario haber crecido.
Despues que Mario cumplió cinco años, todo en él fue aflorando, sentía gran cariño por otros niños de su mismo género, eran unos sentimientos que emanaban naturalmente de él.
Cuando Mario abrazaba y acariciaba sus amiguitos, su madre lo regañaba, pegándole a veces en las manos. Mario lloraba y no comprendía por qué le hacían eso.
Fue creciendo cohibiéndose de lo que verdaderamente sentía. Mario oraba mucho para que se le quitara el afecto y gusto por los hombres; lloraba a solas, ayunando hasta cuatro días seguidos. Pero mientras pasaba el tiempo, mas atracción sentía.
Su vida fue cubierta por la amargura, soledad y el temor lo gobernaba.
Cuando su padre predicaba acerca de la homosexualidad, Mario agachaba la cabeza, sentía que las palabras en su oído le retumbaban diciéndole “los hombres que se echan con varón no heredaran el reino de los cielos y se irán al infierno”.
 Tenía marcado ese concepto, no sabía como actuar, ya que ante la congregación él era un líder y supuestamente no los podía defraudar. En ocasiones del desespero pensaba que tenía un demonio dentro de él, lo reprendía haciendo invocaciones para alejar espíritus malignos; pero no había nada dentro de su alma.
Así pasaron los meses, al cumplir 18 años, sus padres le festejaron y le hicieron saber que ya podía ser también pastor. Mario trataba de sonreír pero en el fondo de su ser no quería nada de ello.
Cierto día cuando sus padres salieron, Mario ingresó al cuarto de la madre, se acercó al closet, tomando prendas de ella y comenzó a medírselas. Se sentía feliz con esas prendas de ropa.
De repente sus padres llegaron y se sorprendieron al verlo. El padre se acercó y le pegó cuatro puñetazos, la madre solo gemía.
 Mario, salió llorando hacia su cuarto. No les quiso abrir la puerta a los padres, ellos insistían pero fue inútil.
Despues de unas horas sus padres se fueron a culto y Mario quedó solo.
Él salió hacia el patio; miró la repisa y tomó un frasco de veneno para ratas e insectos. Se dirigió nuevamente al cuarto, luego se bebió todo el contenido de veneno.
Con dolor y moribundo, decía “Dios perdóname, perdóname, solo quiero estar contigo…”
Mario a los pocos minutos murió.
Al llegar sus padres y enterarse de lo sucedido, abrazaron el cuerpo de Mario y lloraron con sentimiento.
Luego vieron una nota que había escrito antes de su muerte, en ella decía “Los amo padres de mi alma, perdónenme por haber nacido así, no fue mi culpa haberlos des fraudado, siempre estarán en mi espíritu y ahora me voy con Dios, soy un triunfador porque ya vencí al diablo”.
Reflexión:
La sexualidad y el gusto nacen consigo mismo, no es aprendido ni contagiado, solo que a través del crecimiento se desarrolla más el sentir que venía innato en la persona.
El espíritu no tiene materia ni forma, solo en la tierra le encontraron normas.
El amor es puro no mira géneros sexuales, raciales o sociales, es simplemente amor.
Los libros religiosos con el respeto de cada creencia, fueron escritos por hombres que no conocían el verdadero sentir del corazón y alma. Se guiaban por su concebir primitivo y egoísta, donde crearon un Dios castigador y un diablo maléfico. Lamentablemente se estableció como régimen cultural afectando a todas las generaciones hasta la actual.
Tenemos que sacarnos ese chip de creencias y concentrarnos en el verdadero amor, para así vivir en armonía, tolerancia, comprensión, aceptación y respeto.
Aceptemos a nuestros hijos como son, apoyémoslos en las decisiones que tomen, ellos son creadores de su vida, nosotros solo somos guiadores de su crecer mas no emperadores de sus vidas.
Gracias.
Yider Elder Araque Cerón

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