Una excelente estrategia es consentrarse en la respiración. Cuando te des cuenta de que ese diálogo malsano ha comenzado, ve a un lugar tranquilo y concéntrate en tu respiración. Cierra los ojos y toma lentamente el aire por la nariz, reténlo y luego expúlsalo aún más lentamente por la boca. Focalízate en la manera en que se mueve tu pecho con cada inspiración y expiración.
Esfuérzate por hacer que cada inspiración y expiración sean siempre más
largas. Mientras tanto, percibe como tu mente se va despejando y te llena una
sensación de tranquilidad. Si lo prefieres, las primeras veces puede ser de
ayuda que te repitas mentalmente un mantra cada vez que hagas la expiración:
“estoy tranquilo”, “mi mente está vacía” o “me siento relajado”, lo que
prefieras...
Cada persona necesitará tiempos diferentes para poder alcanzar ese
estado de tranquilidad mental, lo usual es que las primeras veces te tome un
poco más pero después, cuando tengas práctica, ni siquiera tendrás que ir a un
lugar tranquilo, podrás realizar este ejercicio de respiración incluso en una
oficina llena de gente.
Es posible que las primeras veces notes cómo las ideas indeseadas
intentan colarse en tu mente. Es algo normal, no les prestes demasiada atención
y continúa con el ejercicio.
La técnica del anclaje
Otra técnica para acallar el diálogo interior consiste en crear un
anclaje. Es decir, tenemos que lograr que cuando hagamos un sencillo
movimiento, nuestros pensamientos indeseados desaparezcan como por arte de
magia, para ello tenemos que establecer una conexión entre el movimiento y las
ideas rumiativas. Pero será mejor que vayamos por pasos:
1. Busca una idea que te preocupe y que te suela dar vueltas en la
cabeza una y otra vez. Deja que tome el control de tu mente, desata ese diálogo
interior que antes querías acallar.
2. Concéntrate en ese monólogo, siente cuánto te molesta, experimenta
todas las sensaciones que provoca en ti. ¿Lo has hecho?
3. Ahora simplemente aplasta rápidamente tu lengua contra la parte
inferior de la boca y mira a ver qué pasa. De seguro habrás notado que el
diálogo interior se acalló, al menos durante unos instantes. Disfruta de esa
sensación de vacío mental.
¡Bien! Ahora no te queda sino practicar con frecuencia hasta que logres
crear un reflejo condicionado que puedas usar en cualquier lugar, siempre que
te asalten esos pensamientos indeseados.
Obviamente, puedes utilizar cualquier movimiento como anclaje que te
sirva para cortar rápidamente la secuencia de pensamientos, hay a quienes les
da resultado simplemente chasqueando la lengua. Deberás encontrar el movimiento
adecuado para ti.
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