viernes, 13 de mayo de 2016

DEJAR DE MENTIR....UN PROCESO DE AUTOENCUENTRO


E
n alguna medida todos mentimos, nos autoengañamos, nos creamos fantasías, nos evadimos para no asumir lo que nos corresponde. Pero resulta realmente impactante la forma como los adolescentes mienten con tal naturalidad, que ya eso forma parte de lo “normal” y a veces se hacen un pastel con  sus propias mentiras.
Según Bertha Sperber, “todo empieza con esa primera experiencia infantil, en la que se comprueba que uno no es amado por lo que es, sino por lo que debe llegar a ser. Todos somos víctimas de ese amor negativo, un amor que pone condiciones para ofrecerse”. Y en esa búsqueda de quedar bien, ser aceptados y que no nos descubran en aquello que no somos, comenzamos a mentir, incluso para evitar la agresión, el dolor,  la descalificación y el rechazo por parte de los que nos rodean.  Dice la misma autora que: “….desde allí el niño se desconecta de su propio ser y empieza a buscar maneras de satisfacer las expectativas de los padres y de los demás, lo que genera una paradoja emocional: soy querible en tanto que no sea quien soy”.





Muchos padres, estamos conscientes  y hasta sabemos cuándo nuestros hijos nos mienten. El caso es, que es posible que nosotros mismos los hayamos enseñado a mentir.
Solo cuando nos sentamos a profundizar en estos temas importantes  de la vida e intentamos tocar el corazón de nuestros hijos, para saber cómo se sienten, cómo nos perciben a nosotros como padres y en qué medida nos asocian con dolor; podremos entrar en la verdadera responsabilidad, de ese proceso de aprendizaje que se genera en esa  hermosa relación HIJOS-PADRES.
Cuando ante ellos reconocemos  que SI, que  en algunas oportunidades hemos mentido, asumiendo que eso ha formado parte de nuestro proceso de autoencuentro, madurez, búsqueda de identidad y temor de no ser perfectos ante ellos, buscando mostrarles un “mundo ideal”. Podemos enseñarles que no por ello, pueden justificar el convertirse en una MENTIRA AMBULANTE..
Es preciso entender que ni aún la peor falta, puede ser motivo para ensañarnos contra nuestros hijos.  Todo es  una excelente oportunidad  de crecer y aprender en familia en el maravilloso escenario, que es la vida. En  donde debemos aprender a madurar, a hacernos conscientes de lo que somos y lo que no, de nuestras virtudes, fortalezas y aspectos que debemos mejorar. De que hay  situaciones y personas que nos hacen sentir incómodos, pero como todo tiene que ver con nosotros; hay que asumir el rol protagónico y buscar las infinitas maneras de analizarlas, para lograr cambiar nuestras percepciones y encontrar una mejor manera de observación.





Es preciso dejar de victimizarnos   y conectar con nuestro líder  interno que nos preserva, nos hace sentir cómodos y seguros y nos permite encontrar respuestas y soluciones que nos lleven siempre a crecer, evolucionar y tener un tesoro de sabiduría, producto de estar lo más cerca posible de nuestra VERDAD.  Si… de nuestra verdad, pues es posible que lo que es verdad para mí, no lo sea para otra persona.
También es importante que como padres seamos honestos y  le acotemos que hay situaciones en las cuales no podemos andar con una bandera que exponga lo que podría denominarse: “nuestras debilidades”.  Enseñándoles que hay aspectos de nuestra intimidad que  hay que saber manejar con inteligencia y discreción.
Debemos enseñarlos a no aparentar lo que no son, a no compararse con los demás niños en función de marcas, objetos, pertenencias, viajes, o lugar donde viven. De allí nacen las peores mentiras.
Deben saber que una mentira traerá otra… y esa otra, y así sucesivamente. Y va a suceder que cuando realmente este diciendo la verdad, nadie le va a creer.
El mejor pasaporte que tenemos, es nuestra palabra, que es más que un sonido hablado, pues es una energía. Nuestro cuerpo habla a través de un lenguaje que vibra muy alto, y se siente cuando alguien no es verás. Nuestro mayor  tesoro radica en que todo el que te conoce pueda dar fe de tu honestidad. De que eres una persona confiable, que conoce las leyes del universo, que enseñan que todo lo que tu emanas al universo regresa a ti. Si dices mentiras, el mundo te mentirá, estarás sembrando una vida cargada de falsedad, enemigos, apariencias……y vivirás mintiéndole a la persona más importante de tu vida: TU MISMO.
Me encanta humildemente, desde mi verdad que no es universal, poder contribuir con ustedes para que sean  mejores padres.
Gracias por Leerme.
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