La Astrologia y el Karma
La palabra “karma” la usan de distintas maneras los ocultistas, astrólogos y los que se interesan por las leyes universales que guían nuestras vidas pero, al considerar la relación de la astrología con el karma, primero de todo debemos aclarar el significado del término. Básicamente, se refiere a la ley universal de causa y efecto, idéntica a la idea bíblica de que “todo hombre cosechará lo que siembra”. Esta ley es meramente la aplicación más amplia de nuestras ideas terrenas de causa y efecto; es evidente que nadie que plante ortigas podrá esperar cosechar rosas. La ley de karma es similar a la ley de la mecánica newtoniana que declara: “Por cada acción hay una reacción igual y contraria”. La única diferencia entre la ley universal de karma y la ley física mundana de causa y efecto es el alcance de la existencia que cada uno abarca. La ley de karma da por sentado que la vida es una experiencia continua, de ningún modo limitada a una sola encarnación en el mundo material. La ley universal de karma, pues, podrá verse como un modo de lograr y mantener la justicia y el equilibrio universales. De hecho, es una de las leyes de la vida más sencillas y que lo abarcan todo. Es inseparable de lo que algunos llamaron la “ley de la oportunidad” – o sea, una ley universal que a cada uno de nosotros nos pone en las circunstancias que nos proporcionan las lecciones espirituales exactas que necesitamos a fin de llegar a ser de apariencia más divina.
El concepto de karma se basa en el fenómeno de polaridad por el cual el universo mantiene un estado de equilibrio. Esto no equivale a decir un estado de inercia, sino más bien un equilibrio dinámico, en cambio constante. Inherente a este concepto es la premisa de que un “alma” individual tiene dentro de sí el poder causal que a su tiempo da fruto, da los “efectos”. Entonces toda la idea de karma es, por supuesto, inseparable de la idea de reencarnación. El proceso de reencarnación se refiere sencillamente a la manifestación periódica de seres, almas o espíritus inmortales a través del mundo físico a fin de aprender ciertas lecciones y desarrollar modos específicos de ser como preparación para un estado superior de consciencia. Muchas tradiciones espirituales basan sus enseñanzas fundamentales en la liberación de este proceso de reencarnación y de la cadena de causas y efectos que dan lugar a los sucesivos retornos al mundo físico. Podemos inferir de tales enseñanzas que el único modo de tratar el karma, en última instancia, es elevarse por encima de él. Mientras estemos encarnados en la forma física, la ley de karma nos afecta de un modo u otro; de manera que sería extremadamente útil si pudiéramos lograr entender las pautas kármicas con las que tendremos que enfrentarnos en esta vida.
Quien esté familiarizado con la exactitud y la profunda utilidad de la astrología, no puede negar que el mapa natal revela en forma simbólica el modelo primario de vida del individuo (las posibilidades, el talento, las aficiones, los problemas y las características mentales dominantes). Si esto es así, entonces el mapa natal revela evidentemente un croquis o una radiografía del presente o karma del alma. Al mapa natal se lo puede considerar como si revelase el modelo de energía del individuo que se manifiesta simultáneamente en todos los niveles: físico, emocional, mental e inspiracional. Aunque el mapa natal muestra el karma y por ende las restricciones que nos atan y nos impiden sentirnos libres, es también una herramienta que nos permite ver con claridad enqué ámbitos de la vida necesitamos trabajar para que transmutemos nuestro modo corriente de expresarnos. En consecuencia, si podemos alterar sutilmente nuestras actitudes y modos de pensar, sentir y actuar, no solo teniendo sino también viviendo un ideal, entonces podremos empezar a liberarnos de la esclavitud y a respirar libremente con el ritmo de la vida. Y es en este ámbito donde toma relevancia y gran importancia el aprender esta ciencia milenaria.
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